miércoles, 10 de abril de 2019

Soledad Acosta de Samper

No mencionemos los nombres de su madre, su padre o su esposo. No nos refiramos con sorna sutil a sus valores coloniales, o a su catolicismo proverbial y conductista. Digamos, mejor, que fue Soledad Acosta de Samper, mujer nacida en Colombia en 1833 (sólo tres años después de la disolución de la Gran Colombia, y en plena presidencia de Santander); que viajó, y del mundo hizo su caleidoscopio de consideraciones; escribió una pila asombrosa de novelas, tratados de historia, artículos de prensa y una que otra obra de teatro. Como directora de la primera revista femenina del país –1880–, La mujer: lecturas para la familia, afirmó: «La mujer será un órgano dedicado al bello sexo, y al bien y servicio de él bajo todos los aspectos. No las diremos que son bellas y fragantes flores, nacidas y creadas tan sólo para adornar el jardín de la existencia; sino que les probaremos que Dios las ha puesto en el mundo para auxiliar a sus compañeros de peregrinación en el escabroso camino de la vida, y ayudarles a cargar la grande y pesada cruz del sufrimiento». 


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