jueves, 7 de agosto de 2014

Julio Cortázar


Creo que no te quiero,
que solamente quiero la imposibilidad
tan obvia de quererte 
como la mano izquierda
enamorada de ese guante
que vive en la derecha.



sábado, 8 de marzo de 2014

Woody Allen


"Para ti soy un ateo. Para Dios, la oposición."


jueves, 6 de febrero de 2014

Birki, casi pueblo


Nerön Navarrete

Situado al sur de un país donde las guerras estancadas en el tiempo abandonaron ejércitos que caminan sin rumbo ni causa está Birki, un pueblo pequeño con casas coloridas y calles estrechas. Es de esperar que no aparezca en los mapas actuales, y su presencia en las clases de geografía no haga falta. Basta saber que todavía existe en el país con pueblos minúsculos. Tiene, claro, épocas de abundancia y de festividades, que los mismos habitantes buscan de cualquier forma extender hasta relacionarlas sólo con separaciones imprecisas de una o dos semanas.
El tren que conecta Birki con Grosni, su semejante más allá de las estribaciones empinadas de la gran montaña Sutraich, se demora aproximadamente media hora de estación a estación; y vea entonces lo curioso de Birki: nada es preciso. Lo que en otros lugares aplica como regla y dogma, la puntualidad por lo menos en las funciones del estado o en las tareas de la ingeniería moderna, es en Birki algo inexistente, casi desconocido, es decir, ni siquiera desconocido en absoluto para continuar en las imprecisiones. El “casi” es paradójicamente lo totalmente ubicuo en la vida diurna y nocturna de Birki. Ese “casi” de los diez minutos después de la hora pactada, o los veinte centímetros que faltaron para la línea de meta. Pero casos de otras puntadas dominan a Birki.
Los alumnos de los colegios, en aras de clarificar un poco la idea, no cursan los años que ha determinado el Ministerio de Asuntos Educativos del pequeño país: a veces sólo alcanzan a terminar la primaria, o a veces consumen los últimos minutos de su vida, el cabello canoso y el rostro surcado de arrugas, con los ojos al paso de renglones entre libros, dormitando en los amplios salones de la única universidad de Birki. Los primeros casi no estudian, y los segundos casi no viven.
Aunque la constitución de la patria dicta bajo severa advertencia de cárcel que todo mandatario puede durar sólo un periodo en el poder, el señor Biref, anciano con 23 hijos de 23 mujeres diferentes, y perteneciente a una familia de mercaderes de vinos costosos y exóticos, no ha dejado el banco de la alcaldía mayor desde su primer triunfo en las urnas hace ya nueve décadas. Mejor dicho casi un siglo. Valga aclarar otro ingrediente de particular matiz: dicha alcaldía tiene tres cuartos y ningún baño, una pequeña cocineta pero ningún comedor, un teléfono pero ninguna línea telefónica. Es casi una alcaldía.
Los domingos, un grupo de mujeres de delantal níveo y redes que cubren su cabello recogido instalan mesas enormes de caballete bajo el cielo del atardecer, frente a la única iglesia de Birki. Supongo que puede ser la única del país sin campanario. Sobre las mesas se disponen bolsas de papel colmadas de frituras con forma de media luna, de masa suave y amarillenta hecha con maíz, rellenas de papa cocida cubierta de cebolla y otros sabores; es un “pasa bocas” tradicional de Birki, o eso sería, si no hubiera llegado proveniente de otro poblado del norte. El caso es que nunca, en las bolsas, hay una cantidad exacta del exquisito manjar, y la ansiedad que genera el número secreto abre más el apetito; tradición a fin de cuentas.
¿Clima? Invierno es realmente una sucesión de varias semanas de lluvia copiosa que inunda con pequeños charcos las calles pavimentadas; En estos pozos diminutos pero abundantes el reflejo del sol se fragmenta en mil destellos. El otoño que arrebata las hojas de los árboles para dejar desnudos su tronco y ramas color tierra, forma un óleo único con las camelias amarillas y los jacintos azules que crecen en los jardines de Birki. Es decir, tienen su propia versión de las estaciones acomodada a la sutil belleza del pueblo. 
Mes y medio entre la gente de Birki, y ya me siento casi parte de su historia y cotidianos menesteres. Hace tres años el gobierno nacional le otorgó el título de segundo pueblo más feliz según un estudio riguroso, con el fin de fomentar el turismo; casi ganamos. Motivo de más para incluir otra fiesta en el calendario de celebraciones.