viernes, 3 de mayo de 2013

Recorridos


Los escritos, aunque sean ejercicio cotidiano de blog, apuntes al cuaderno para dejar constancia de vagas ideas o emociones, como salida o como entrada, vienen cabalmente del recorrido o las paradas en el camino. Leer por amor es un claro rumbo para que despierte sin misericordia el impulso de contar algo, hablar de alguien, recoger los pasos del día, o permitir al otro la irrupción y echar una ojeada a ver qué se lleva.

Y meterse en la vida de otros hasta donde nos autoricen, digamos, leyéndoles, es brisa fresca para el cansancio o la total desidia ante el teclado. Llego a este punto por dos entrevistas que me encuentran, en ciertas afirmaciones, con esos consejos útiles, lindos y a la vez, contundentes; son lindos porque juegan a literatura, es decir, como aliciente para escribir ya detallan en forma de relato.

La primera es al periodista argentino Adolfo Ruiz. Inclinado por la no ficción, Ruiz se apoya en la credibilidad de los diálogos, la precisión en personajes y la cercanía; toda la vida de la historia depende de la sencillez y de las sutilezas, pero con encanto, por favor, con encanto.

La segunda es a Andrés Delgado, ex militar, educado como ingeniero y madurado como periodista. En este texto hay más confinidad con el estilo, cuál es la escuela para convertir lo soso en algo degustable, disfrutable. Sobre el oficio, sobre la inspiración, o sobre los otros entramados de las cosas que forman al narrador, las respuestas son afinadas:

“Durante el día descubrir la estupidez de la gente, descubrir la genialidad de esa misma gente, sus peleas y sus amores. Ver el brillo de los ojos de mis hijas cuando contesto sus preguntas, reírme con una amiga, escuchar jazz, visitar la abuela y creer que la vida no será en vano. Desde ese punto nace la necesidad de la escritura.”



*La entrevista a Andrés se refiere mayormente a su libro Sabotaje. En Las Tablas vamos a comentar algo después de leerlo.